Costumbres y Caballerosidad.
Históricamente, la cortesía de un
hombre hacia una mujer ha sido algo sumamente importante en las sociedades y
épocas que han transcurrido en la humanidad, el ser galante, el proteger a una
mujer el otorgarle inmensidad de cortesías ha sido parte de la convivencia
entre hombres y mujeres.
Una ocasión leí que Walter
Raleigh iba por las calles de Londres y al ver que Isabel, la Reyna, iba a
cruzar una calle donde había un charco de agua, él se quitó su bonita y
elegante capa roja que llevaba puesta y la puso sobre el charco para que Isabel
pasara sobre el como si pisara una alfombra y de esa manera no se enlodara, sin
duda todo un caballero, atento y amable, con modales excelsos hacia la forma de
tratar o dirigirse a las mujeres.
Sin duda alguna los tiempos van
cambiando y empiezan a perderse algunos tipos de atenciones, tales como;
abrirle la puerta del automóvil a una dama, y es que con solo presionar el
botón de la alarma del vehículo es suficiente y que ella abra la puerta sola, o
bien; pagar la cuenta en un restaurant, ceder el paso cuando se va a entrar a
un lugar, caminar al lado de la calle como señal de protección, ceder el
asiento en el autobús o ayudar a una mujer a sentarse retirando y acercando
lentamente la silla en un restaurant.
.
A medida que pasa el tiempo, no
solo se pierden este tipo de atenciones sino que también la mujer ha cambiado
en el sentido y el aspecto que desean ser más independientes, eso sí; cuando
les conviene suelen señalar la falta de caballerosidad que existe hoy en día y
no es falta de caballerosidad sino costumbres que van cambiando conforme cambia
también la forma de ser de las personas.
Nuevas culturas en las cuales la
mujer, es más independiente, tanto así que hasta te invitan a comer y hasta
pagan la cuenta del restaurant o la mitad de ella, ese tipo de cosas son las
que no les hace dependientes de ninguna persona, mucho menos cuando se valen
por ellas mismas.
Una ocasión mediante una seña con
la mano cedí el paso para la entrada en un acceso del aeropuerto internacional
de la Ciudad de México a una señora de aspecto extranjero, quien también con su
mano y con los gestos que hizo, me indico: Pasa tú, llegaste primero que yo a
la puerta, todo ello sin necesidad de mencionar palabra alguna, nunca supe su
nacionalidad, quizás en su país no sea correcto que le cedan esa cortesía o
igual es una prueba de lo que les acabo de relatar, el mundo cambia, las
costumbres también y cada vez existe más igualdad entre hombres y mujeres.
Francisco Castro.
Comentarios
Publicar un comentario