Le robó el esplendor al sol.



Y es que el día amaneció nublado y no entendía porque, pero al ver a aquella mujer; elegante, radiante, proyectando presencia, elegancia, porte, belleza y distinción, con ese carisma que la distingue y le hace sobresalir de las demás mujeres…

Me embelesa, y me hace comprender el porqué de este día nublado, al ver el brillo de sus ojos, lo comprendo; ella le ha robado el esplendor al sol, cautiva mis sentidos y el día continua nublado, el día al igual que quienes contemplamos a una mujer como ella, agradecemos que exista y que nos deje disfrutar de su presencia.

Ya al atardecer, la tarde nos otorga una ligera y bella lluvia, a la tarde le da gusto y nos regala un clima agradable y ella nos regala el existir, el ser alguien especial quien seguramente continuará disputándose con el sol, ese esplendor del día, difícil tarea tiene el sol y ella le presta al sol, cuando ella quiere y por el tiempo que desea, ese esplendor para que el sol brille y cuando ella quiere lo toma para sí, aunque no ocupa el resplandor del sol para brillar ya que la luna también le favorece y le llena de encanto, llego a la conclusión que la naturaleza no le favorece a ella, es solo un complemento que adorna el existir y su presencia, una presencia que solo con existir favorece a la naturaleza misma.


Francisco Castro.

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