Trending & Lifestyle.


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        Si hay algo que observo y me causa una sensación de libertad, sobre todo en las grandes urbes en cuanto a la manera de ser de sus habitantes, es precisamente las tendencias y estilos de vida de las personas que andan como desean andar, con pantalones cortos o largos, con el cabello largo, pintado del color que les plazca, peinados(as) a su gusto, con tatuajes o sin ellos; eligiendo prendas de vestir del color que más les agrade lucir y que anden como se sientan más cómodos(as), en sandalias, con calzado alto o bajito, pintados de la cara, con aretes o incrustaciones (piercing) en el ombligo o en los oídos.

Desde hípster, rastafaris, emos, scene kids, visual kei, góticos, metaleros, darks, hasta los(as) mas recataditos(as), fresas, quienes visten “a la moda”, con ropa y accesorios de marca, o hasta los que disfrutan de presumir trajes finos, caros y elegantes.

Y es que el hecho de ver una persona con algún tatuaje visible en su cuerpo no le quita lo párvulo (la) o la limpidez que pueda haber en su ser, en ocasiones nuestra atención a quienes no visten igual que nosotros, les generamos una expectación nimia; les vemos como seres de otro planeta, a veces hasta hay quienes llegan a pensar que son inferiores y menos inteligentes. Podemos llegar a dar por hecho que no se trata de personas morigeradas, solo porque son diferentes a nosotros o porque no comparten ni nuestra manera de pensar, así tampoco; nuestra manera de vestir, inclusive nos cuidamos de que no se nos acerquen, no sea que nos vayan a robar.

Que estupidez, que nesciencia, cuantas personas que visten con trajes finos se han apropiado de algo que no es suyo, y como dice el dicho: Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. El que es gandalla, pícaro, timador, ratero o como quieran llamarle, pues simplemente lo es; independientemente de su modo de ser, grado de escolaridad o condición económica. Pero eso es harina de otro costal, el principal objetivo es expresar la libertad de todas esas personas de vestir como les de su regalada gana, en cuanto a gustos, posibilidades económicas y comodidad, caminar libremente por las calles de la gran ciudad, y sobre todo de una gran ciudad porque en una ciudad pequeña, sería la mayoría quienes nos dedicaríamos a ver raro a ese tipo de personas “diferentes” al resto de la comunidad, esas personas que quizás por su manera distinta de vestir o de peinarse en algún momento de la historia se les llegó a llamar “rebeldes sin causa”, inclusive recuerdo en mi educación secundaria, había personas a quienes se les negaba el acceso a la institución educativa por no llevar el cabello relamido, por andar con los pelos parados “tipo punk”, como si eso disminuyera su coeficiente intelectual.

Qué bien saber sobre el hecho de que en este país gocemos de esa libertad, que vayamos avanzando como sociedad para no criticar a quienes son diferentes en gustos y modismos al resto de los que cohabitamos en una misma ciudad, y creo salvo su mejor opinión; que únicamente nos falta avanzar en el aspecto laboral ya que la “imagen” muchas veces es aún, un impedimento para que esas personas ocupen una posición en el mundo ejecutivo, aunque ya empiezo a ver uno que otro alto ejecutivo en mezclilla, tenis y playera, inclusive una ocasión visité, por motivos de trabajo, un corporativo de una empresa trasnacional y la clásica “informalidad” en el vestir no le quito la seguridad y el excelente dominio del tema a quien estaba exponiendo el tema al frente de la lujosa sala de juntas.

Pero como ya comenté, eso; también es harina de otro costal.

Francisco Castro.

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