Tan sencillo que era…
Tan sencillo que era…
Cuantas ocasiones nos hemos reunido en
una cafetería con alguna persona para platicar, en algunos casos por el gusto
de disfrutar un buen café, en otros; por acudir a un lugar donde reunirse para
algún tema en especial más que complacer el paladar, para los conocedores y
amantes del café debe ser fácil elegir su bebida al acudir a una de esas
modernas negociaciones pero para quienes no, por desconocimiento del tema; en
ocasiones no sabemos que pedir.
Y podrán pensar ¿Qué dificultad
tendrá pedir un café? Pues verán, lo que menos encuentro en algunos menús es el
café tradicional, aquel que era tan fácil preparar, tan sencillo que era
calentar agua, una vez hervida, servir en una taza el líquido, agregar una o dos
cucharadas de café y azúcar al gusto o con leche como el que venden en el
famosísimo tradicional café La Parroquia en el Puerto de Veracruz con más de 90
años trabajando, o cuando llegabas a un restaurant y en medio de la mesa había
un frasco de café, solo pedias agua caliente lo preparabas y listo, eso era
todo.
La última vez que entré a una
cafetería fue en la Ciudad de México por el rumbo de Santa Fe, a una de esas
tantas franquicias que hay, encuentras que ofrecen al público desde un
cappuccino, americano, latte, expreso, frappuccino, algunos los puedes
saborizar con vainilla, moka o caramelo y en algunos lugares hasta personalizan
tu vaso, anotan tu nombre para que todo sea más “nice” y se me pasaba también
lo puedes pedir con leche cremada, ha porque de eso también hay una gran
variedad; hoy en día si me mandan por un litro de leche al súper, sencillamente
no hayo de cual comprar, entera, condensada, evaporada, deslactosada, ligth o
hasta leche de soya encuentras.
Tan sencillo que era ordeñar la
vaca, poner a hervir la leche y beberla totalmente natural, y aunque en lo personal no
me gusta y me siento bien por eso, ya
que en realidad con tanta diversidad; si fuera de mi agrado, no sabría decidirme
por cual elegir.
Francisco Castro.
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